Por cuanto es la
voluntad de Dios sacar del mundo un pueblo salvo para la Gloria de su
Nombre, pueblo que constituye la iglesia de Jesucristo, la cual debe
estar edificada sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo
la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. (Ef. 2.20; 1 Co. 3.11).
Por cuanto se hace
necesaria la permanente comunión entre los miembros de la iglesia;
impartir consejos y ser instruidos en la Palabra de Dios para la obra
del ministerio, y para el ejercicio de los oficios espirituales
provistos en la Santa Biblia.
Por cuanto esta
comunión establecida por Dios es sostenida por el Espíritu Santo, y Él
es quien pone en su iglesia: evangelistas, pastores, misioneros,
maestros, etc.
ENTONCES,
Nos reconocemos miembros del cuerpo de Jesucristo, y por lo tanto hermanos en la fe, todos los que profesamos los mandamientos establecidos por el Espíritu Santo en le libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulos dos, versos treinta y ocho y treinta y nueve:
Nos reconocemos miembros del cuerpo de Jesucristo, y por lo tanto hermanos en la fe, todos los que profesamos los mandamientos establecidos por el Espíritu Santo en le libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulos dos, versos treinta y ocho y treinta y nueve:
“Pedro les dijo:
Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo
para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para
vosotros es la promesa, y para vuestros hijos y para todos los que están
lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” (Hch. 2.38-39).
Declaramos
esforzarnos para guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz,
profesando nuestra adoración a un Señor, poniendo en práctica: Una fe y
un bautismo, ya que tenemos un solo Dios y Padre de todos en todos:
“Solícitos en
guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un
Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de
vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de
todos, el cual es sobre todos y por todos y en todos.” (Ef. 4.3-6).